21 día sin papeles

DOCUMENTAL 21 DÍA SIN PAPELES

En Huelva existe una finca conocida como Las madres, un pinar donde han llegado a sobrevivir casi 2000 africanos en condiciones infrahumanas. Sin agua potable, sin asistencia sanitaria y durmiendo en chabolas que construyen con los plásticos que ya no usan los invernaderos. Y este es precisamente el lugar que ha elegido 21 días para que la periodista Samanta Villar conviva con la realidad más dura de la inmigración ilegal.

Serán 21 días como una “sin papeles” más. Ingeniándoselas para construir una chabola en la que vivir, durmiendo sobre un palé tras haber tenido que hacer cola en la parroquia del pueblo para conseguir una bolsa de comida y yendo cada día a buscar leña para calentar el agua de su “ducha”. Como ellos, trabajando en los campos de fresa siete horas agotadoras, machacando su espalda para conocer de primera mano el duro trabajo de los temporeros. Durante 21 días y 24 horas al día, Samanta compartirá con algunos de estos sin papeles sus insalubres y precarias condiciones de supervivencia, así como la dureza del trabajo por el que pelean a diario. Como ellos, Samanta se enfrentará a largas jornadas de trabajo en la recogida de fresas.

La historia que cuentan los “sin papeles” es la misma para todos. En determinado momento de su vida se dejan conquistar por el “sueño europeo”. Deciden que lo que les cuentan y lo que ven en las series de televisión es cierto. Empeñan propiedades, piden créditos o venden casas hasta reunir el dinero que les cobrarán (o robarán) por una patera. Pero la realidad al llegar a Europa es bien diferente a lo que esperaban. No tienen trabajo ni tampoco dinero para desplazarse a otro lugar, y si la policía les encuentra, se arriesgan a ser deportados.

España encabeza el ranking europeo en número de inmigrantes ilegales: hay más de 945.000 ilegales en España. No obstante, el Gobierno sostiene que la cifra de ilegales no supera las 300.000 personas. 21 días va más allá de las cifras estadísticas para presentarnos casos como el de Mousa, un joven de Mali que, al cumplir los 21 años, inició una amarga odisea que culminaría con su llegada a Canarias; en los cinco años que lleva en España sólo ha trabajado un mes. También Hamidou llegó desde Mali, país en el que se encontraba asilado tras huir de la Guerra Civil que consumía Costa de Marfil, y que destruyó su familia. Llegó a nuestro país en patera y hoy se encuentra a la espera de que un juez decida si le considera refugiado por razones humanitarias. Mientras, ha recogido fresa en Huelva, ha trabajado la oliva en Córdoba y ha cortado madera en los bosques de Segovia.

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